La Gran Barrera de Coral puede tener alguna esperanza en medio de la crisis climática. Crédito: phmarcosborsatto, Shutterstock.
La Gran Barrera de Coral se extiende 2.300 kilómetros a lo largo de la costa de Queensland y durante mucho tiempo ha sido una dura víctima del cambio climático.
Durante años, nos dijeron que la Gran Barrera de Coral estaba muriendo: una joya de nuestro planeta que se desvanecía, blanqueada y destrozada por el calor y la contaminación implacables.
Pero un nuevo estudio de la Universidad de Queensland ha revelado algo poco común en la historia del cambio climático: una esperanza real y mensurable.
Datos clave sobre la esperanza de la Gran Barrera de Coral
- Investigadores de la Universidad de Queensland (UQ) y el Instituto Australiano de Ciencias Marinas (AIMS) están decodificando la genética del coral en Heron Island.
- Se han secuenciado alrededor de 6.000 genomas de coral, un esfuerzo significativo a nivel mundial para comprender la resiliencia al calor.
- Las especies de coral «crípticas», visualmente idénticas pero genéticamente distintas, pueden ser la clave para la supervivencia de los arrecifes.
- El trabajo apoya el Programa de Restauración y Adaptación de Arrecifes de Australia (RRAP), una iniciativa nacional de recuperación de corales.
Mientras tanto, la mala noticia es que las emisiones globales alcanzaron 57,7 GtCO₂e en 2024, según el Informe sobre la brecha de emisiones 2025 del PNUMA, lo que coloca al mundo en camino de un calentamiento de hasta 2,8°C, muy por encima del objetivo de 1,5°C establecido por el Acuerdo de París. Es una sentencia de muerte para los ecosistemas coralinos si no se controla.
Cómo el estudio del acervo genético de los corales podría aumentar la supervivencia
El Dr. Line Bay de AIMS describió vívidamente la investigación: «A simple vista, los corales parecen rocas coloridas, pero son animales increíblemente complejos. Pueden ser sorprendentes y frustrantes al mismo tiempo».
En el centro de la investigación está Zoé Meziere, un investigador de la UQ cuya fascinación por los arrecifes comenzó cuando era niño en Guadalupe.
Ahora, trabajando desde la Estación de Investigación de Heron Island, está descubriendo los secretos del ADN que separan a los supervivientes de las víctimas.
«Algunos corales que parecen idénticos son genéticamente tan diferentes como los humanos y los neandertales», dijo. «Si restauramos los arrecifes utilizando las especies equivocadas, es posible que no se reproduzcan o, peor aún, que compitan con los corales nativos».
Su trabajo muestra que comprender la genética de los corales es una ciencia de supervivencia.
La profesora Cynthia Riginos, que dirige la investigación sobre genética de corales en la UQ y AIMS, dijo que hacer coincidir las especies de coral con el entorno adecuado es fundamental para el éxito de la restauración.
«Si intentamos restaurar un área con una especie que no coincide con ese lugar, es probable que mueran», dijo.
A través del RRAP, los investigadores están creando un “conjunto de herramientas” genética para guiar el trabajo de siembra y adaptación de los corales, lo que efectivamente está dando al arrecife un nuevo tipo de sistema inmunológico.
Al combinar genética, ecología y ciencia de la restauración, están creando una hoja de ruta para los arrecifes en un mundo en calentamiento.
La realidad de la crisis climática
A pesar de estos avances, el panorama climático más amplio sigue siendo sombrío.
El Informe sobre la brecha de emisiones 2025 del PNUMA advierte que las temperaturas globales superarán los 1,5°C en la próxima década, un umbral más allá del cual los fenómenos de blanqueamiento se vuelven cada vez más devastadores.
El informe destaca que “cada fracción de grado importa”: cada 0,1°C adicional de calentamiento conlleva un mayor riesgo de puntos de inflexión y daños irreversibles a los ecosistemas coralinos. Aún así, los científicos no se dan por vencidos.
El profesor Peter Mumby de la UQ, que forma parte del Comité Directivo del RRAP, dice que la colaboración es la mayor defensa del arrecife.
«Aunque la UQ y AIMS han trabajado juntos durante años, RRAP nos dio la estructura para combinar genética, ecología y restauración en una sola misión», dijo.
La Gran Barrera de Coral es más que un simple sitio turístico: es un indicador global de la salud planetaria. Su destino refleja el nuestro: si el arrecife muere, señala un futuro climático del que nadie podrá escapar.
La Universidad de Queensland y AIMS seguirán colaborando en el marco del RRAP, utilizando el mapeo genético para guiar la restauración de corales en zonas dañadas por el calor.
Si se pueden frenar las emisiones para limitar el calentamiento por debajo de 2°C, los científicos creen que partes del arrecife podrían comenzar a recuperarse naturalmente en décadas, una pequeña pero significativa señal de esperanza.
Ver noticias del mundo.