Chipre se unirá a la zona Schengen en 2026, lo que promete viajes más fluidos para los visitantes internacionales y de la UE. Crédito: Nick NA/Shutterstock
Cuando la República de Chipre declaró que aspira a unirse al Espacio Schengen en 2026, el anuncio despertó esperanza –y bastante optimismo cauteloso– entre los viajeros, expatriados y viajeros frecuentes por igual.
Una promesa y un plan
En un acto público en Nicosia, Nikos Christodoulides habló con claridad y convicción:
«Nos uniremos a la zona Schengen en 2026. Se está haciendo un gran esfuerzo hasta finales de 2025 desde el punto de vista técnico».
Calificó la medida como algo más que un gesto político: una “decisión estratégica… tanto para la República de Chipre como para la Unión Europea”.
Apoyando esa ambición, el Partido Popular Europeo (PPE) recientemente apoyó la candidatura de Chipre, instando a la Comisión Europea a acelerar el proceso de adhesión. Mientras tanto, las autoridades chipriotas dicen que todos los preparativos técnicos –desde la actualización de la infraestructura fronteriza hasta la alineación de los sistemas de gestión de visas y migración– están en camino de finalizar a fines de 2025.
La perspectiva del viajero
Según un reciente informe de noticias sobre viajes, la isla no es simplemente otro miembro de la UE que ingresa a Schengen: está a punto de convertirse en el miembro número 30 de la zona, con consecuencias reales para los viajeros y nómadas digitales de todo el mundo.
La idea rectora es simple: una vez que Chipre se una a Schengen, será posible viajar sin pasaporte entre ese país y el resto de los países Schengen. Eso significa menos controles de pasaportes, ausencia de problemas con los documentos de identidad para muchos viajeros y –para los ciudadanos y residentes de la UE– un flujo más fluido entre la isla y el continente.
También debería haber una nota de precaución para cierto viajero, en particular los visitantes de larga duración, los nómadas digitales y los nacionales de terceros países que se basan en lagunas jurídicas.
Hasta ahora, algunos llegaron a Chipre después de agotar su permiso Schengen de 90 días en otros lugares y luego “reiniciaron el reloj” sin problemas. Una vez que Chipre se una, esa laguna jurídica puede desaparecer.
Además de eso, se espera que Chipre adopte el nuevo sistema biométrico de control fronterizo y registro de entrada para visitantes de fuera de la UE: el Sistema de Entrada/Salida (EES). Y eventualmente –probablemente a finales de 2026– el Sistema Europeo de Información y Autorización de Viajes (ETIAS) se aplicará a los viajeros exentos de visa, requiriendo autorización en línea antes de viajar.
Lo que está en juego: para los comunes y los turistas
Para muchos, este cambio abre una Europa más simple e integrada: una zona única para viajar, menos barreras, un vínculo más fluido entre las islas y el continente, algo especialmente útil para los ciudadanos de la UE que regresan a sus hogares, los trabajadores transfronterizos o los visitantes que saltan entre el Mediterráneo y el interior de Europa.
Pero para los viajeros –especialmente los titulares de pasaportes de fuera de la UE, los nómadas digitales o aquellos acostumbrados a “extender” su asignación de 90 días– el cambio puede significar más trámites burocráticos, una planificación cuidadosa y menos flexibilidad. La era de utilizar Chipre como un “reinicio de Schengen” podría terminar pronto.
Además, si bien el apoyo político parece fuerte –impulsado por el respaldo público del PPE–, la aceptación final de Chipre en Schengen todavía depende del acuerdo total de los estados miembros de Schengen y de una evaluación técnica exitosa por parte de la Comisión Europea.
El camino por delante
Si todo va según lo previsto, para 2026 Chipre podría finalmente deshacerse de la tradición de control de pasaportes en vuelos y ferries con otros países Schengen.
Para los viajeros procedentes de Europa, la isla pronto podría parecer una provincia más, no un cruce fronterizo. Para los viajeros globales, significa alinearse con las reglas estándar de visas Schengen, controles biométricos y potencialmente usar ETIAS.
Pero las realidades especiales de la isla –su división interna, la llamada Línea Verde, las necesidades de gestión de la migración y mejoras considerables en el control fronterizo– siguen siendo obstáculos. Los próximos meses serán críticos: auditorías técnicas por parte de Bruselas, coordinación de políticas y acuerdo por parte de todos los estados Schengen.
Por ahora, la promesa de 2026 se mantiene: con esperanza, oportunidades y una buena dosis de precaución.
Inicialmente se informó que Chipre estaba listo para unirse en 2025.